Nuestros subdesarrollados constitucionalistas

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“Es preciso ser imbécil, ignorante o loco para ima-ginarse que una constitución cualquiera, aun la más li-beral y la más democrática, puede mejorar las relacio-nes del Estado con respecto al pueblo; empeorar la si-tuación, hacerla aún más grávida y ruinosa sería quizá difícil; pero mejorarla es simplemente ridículo ”.

Bakunin

Es común por un lado oír o leer sobre el subdesarrollo económico en que se encuentran diversos países entre ellos el Perú. Pero el problema es que no sólo se da el subdesarrollo económico sino también el cultural.  Después de leer el artículo “Constitucionalismo Legal o político” de Eduardo Nieto, y conocer de la triste existencia de un “Movimiento de control constitucional”  y de un nuevo club electoral denominado “Movimiento por la amnistía y derechos fundamentales”, constato que también afrontamos un severo subdesarrollo Constitucionalista.

En las aulas universitarias se repite mecánicamente que la Constitución es la Ley de leyes. Para captar mejor lo que es una Constitución y cuáles son sus efectos en la sociedad no hay nada mejor que estudiar los escritos de filósofos como Montesquieu o de doctrinarios como Hauriu, Duverger o el mismo Kelsen. Sin ir tan lejos aquí en el Perú podemos leer a Domingo García Belaunde. Estudiar, reflexionar, difundir y contrastar posiciones.

Sin embargo, en el artículo “Constitucionalismo Legal o político” se plantea una dicotomía. Para muchos estudiantes y estudiosos del Derecho esta es una falsa disyuntiva. Lo que ocurre en la realidad concreta es que la Constitución es un texto eminentemente legal redactado por políticos y modificado por políticos. En dicho texto legal–político vemos cómo se estructura el Estado, cuáles son sus funciones, prerrogativas, alcances  y limitaciones. De eso se trata. Y es innegable que si bien alguna vez las constituciones tuvieron un fuerte sesgo de conservadurismo político, con el correr del tiempo, fue predominando más el viejo liberalismo. Al final fue la victoria justa y merecida de un Benito Lazo sobre un Bartolomé Herrera. Ese fue el hecho concreto y consumado.

Repetir por repetir mecánicamente a un autor de la Universidad de Cambrigde no favorece en lo más mínimo el libre desarrollo del quehacer jurídico en general y en particular al constitucionalismo hecho en el Perú. Algo similar ocurre con el “Movimiento de control constitucional” y  el “Movimiento por la amnistía y derechos fundamentales” que no pasan de ser organismos verticalistas, jerárquicos, autoritarios que no velan por los derechos fundamentales de todos los individuos que vivimos en el Perú, sino sólo por los de su -metafísico, en filosofía, y social fascista, en política- Jefe y sus fanáticas y tanáticas huestes.

Al fin y al cabo tanto el artículo en mención como los controlistas constitucionalistas, que ponen toda su atención en una amnistía general para excarcelar a violadores de los derechos humanos en desmedro de la cabal protección de nuestros derechos humanos, tienen un común denominador. Ambas propuestas por muy derechistas o izquierdistas que se presenten son harina de un mismo costal: el constitucionalismo autoritario.

Estemos prevenidos frente a las prédicas y accionar de estos liberticidas. He iniciemos un histórico deslinde tanto en el plano filosófico, y jurídico. Es lo justo y necesario.

“El sistema constitucional, con sus formas legales, su espíritu jurídico, su carácter contenido, sus solemnidades parlamentarias, se presenta claramente al fin y al cabo como un vasto sistema de explotación y de intriga, donde la política corre parejas con el agio, donde la contribución no es más que la lista civil de una casta, y el poder monopolizado el auxiliar del poder, el auxiliar del monopolio. El pueblo tiene el sentimiento vago de ese inmenso despojo: las garantías constitucionales le interesan poco”.  (Pierre Joseph Proudhon).

Manuel G. Humala Urrutia

 

Humanidad. Nº 17