La vitalidad del taoísmo

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                                                                             “A más leyes y ordenanzas, más bandoleros y ladrones”. Tao Te Ching. § 57

La matriz del taoísmo tuvo su origen en China alrededor del siglo VI a. d. C. Época marcada por ciclos casi sucesivos de guerras entre los distintos señores feudales, entre éstos y el monarca provisional, como también tensiones entre este último y sus funcionarios. Más apremiante fue la tensión entre los gobernantes y el pueblo. Fue éste el que soportó el enorme peso de los impuestos que permitían el desarrollo de aquellas disputas. Asimismo era el pueblo la principal víctima de las consecuencias bélicas del aparato militar que por desgracia alimentaba. Por si fuera poco a esto se añadió aquello que los señores feudales consideraban como materia de competencia: la pompa de sus cortes.

En dicho contexto emergerá también la teoría política de Confucio como alternativa ante aquel descalabro. En tanto el taoísmo originario no sólo arremeterá – con su no hacer haciendo, el no hacer lo arbitrario- contra los ricos, la competencia, la erudición, las leyes sino que también contra “la justicia”, “la piedad filial”, “el amor”, “el buen ministro”, es decir contra las propuestas de Confucio.

Aquí las palabras que se atribuyen a Lao Tze al respecto:

«El Tao también declina y al declinar apareció “la humanidad”, y “la justicia”, el conocimiento y la astucia = la hipocresía, la “piedad filial”, “el amor”, en política apareció el “buen ministro”.» Tao Te Ching. § 18.

Pero qué metafísica sostiene esta crítica que incluso hoy puede ser usada para contrarrestar el avance de las secuelas del Confucianismo y el Platonismo, es decir la social democracia.

A- Pues la que concibe al universo o lo existente como un uno-orgánico. En él los elementos discurren en conexión reciproca. Por ello al intentar concebirlos cometeríamos un grave error si procedemos abstrayendo sus componentes o si los objetivamos. Es decir fallaríamos si pretendemos que haya un algo externo y puro – no subjetivo o vinculado-, un instrumento o un método, que podrá determinarnos su esencia. La vía de su comprensión sería la intuición o un modo no tan consciente de conocer. Esto ya de por sí es un gran antídoto contra los dogmatismos.

Por eso mismo el conocimiento no es del todo posible para el taoísta tanto así que: “… el conocimiento aparece en un declinar del Tao” (Tao Te Ching. § 18). Si bien, para el taoísta, el cálculo como la representación simbólica de la comunicación humana son operaciones de la naturaleza, éstas no representan necesariamente a las cosas:

«… así como los árboles no representan ni simbolizan rocas nuestros pensamientos -aunque lo intentáramos- no necesariamente representan árboles y rocas. » Alan Watts. El camino del Tao. 2008. p.88.

B.- Se concibe a la naturaleza como una complementación de contrarios, aquí no hay una guerra sino una tensión amorosa (“la paz y la serenidad son la norma del mundo”. Tao Te Ching. § 45). El taoísmo no aspira, por ello, a superar la naturaleza o a dominarla, a instrumentalizarla (como de hecho es la aspiración del cristianismo y sus variantes), sino a ser uno con ella. Concibe a la muerte como algo necesario para el desenvolvimiento del todo: morir no es el desaparecer sino es transformarse. Todo esto en un proceso cíclico donde no existe la superación de la superación ni aun ser que dirija el proceso.

C.- La naturaleza discurre espontáneamente en tanto el principio que lo sostiene, el Tao, no es una ley, ni un dios, ni jefe, ni un hacedor del universo puesto que siendo el Tao el origen del todo no puede tener a los anteriores como sus determinantes.

«El Tao fluye en todas direcciones / hacia la derecha hacia la izquierda / Todas las cosas encuentran la vida en su origen y él no las rechaza / Realizada su obra no reclama nada para sí/ Sostiene y nutre innumerables cosas pero no domina sobre ellos.» Tao Te Ching. § 34.

Al ser la naturaleza un todo orgánico –elementos en interdependencia- es inconcebible un gobernante ya que este agente supondría una contención o dirección de los otros. La interdependencia trocaría en dependencia y en la negación de la propiedad de los demás a auto-organizarse, proceso posible porque también poseen el Tao o el principio.

Si a todas las cosas se les deja seguir su camino la armonía quedará establecida pues espontáneamente, según el taoísmo, hallarán su interdependencia.

«Corta con la sabiduría, rechaza la prudencia y la gente se beneficiará cien veces / Corta con la “humanidad”, rachaza la “justicia” y la gente recobrará la piedad y el cariño / Corta con la habilidad, rechaza la ganancia y no habrá ladrones ni bandoleros.» Tao Te Ching. § 19.

Así que señores progres reconozcan que la sospecha y la lucha contra los gobiernos y más precisamente contra los buenos ministros no son novedades. Es más, un buen ministro es algo anti-natural. Finalmente les recuerdo que a un gobernante no lo hará más dulce el que se recubra de conocimiento o el que se rodee de profesores de filosofía sino que lo tendremos por el más bellaco. Tarde o temprano el Tao los engullirá como a todos los demás.

La abeja rebelde
 

Humanidad. Nº 15