Ex Patria

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"Todos los imbéciles son patriotas, mas todos los patriotas no son imbéciles"

Pi y Margall

Sí, tu fuiste el ideal soñado, la diosa y reina de los que han vivido y viven medrando a tu sombra; ya no existes. Te has desmoronado y vas cayendo de esos pedestales, que aunque te los erigieron de granito no han sido lo suficiente firmes para sostenerte.

No mueres aún, pero estás en agonías y tu agonía es lenta a igual de los que mueren atacados de tuberculosis.

Son las maldiciones de tus víctimas; de los centenares de miles de millones que han caído en los campos de batalla sosteniendo tu nombre de meretriz; de los innumerables infelices que han gemido en las cárceles por rebelarse ante tus malvadas leyes; del gran ejercito de hambrientos que han sucumbido presa de tu infame organización.

Hoy es una de las fechas en que todos los inoculados con la idiotez, conmemoran tu nombre, tu augusto nombre, todos aquí momentáneamente ríen; y sin embargo, más allá existe otra tu igual y ahí todos sus hijos se levantan en colosal enjambre pidiendo pan y libertad.

Ya no eres el sueño dorado del hombre, eres la noche tenebrosa; ya no eres esa virgen pura a quien todos coronaban, eres el monstruo asqueroso que en sus inmensas fauces devora a la pobre humanidad.

Ya todos conocemos tu historia, cuántas lagrimas ha costado tu existencia a las generaciones pasadas y a la presente, y nos alegramos ante tu muerte.

Naciste de un aborto, y con tu nacimiento creció la esclavitud de los hombres; todos se hicieron tus lacayos y el que se negaba a serlo se le obligaba por la fuerza.

Tu vida se ha deslizado entre el crimen y la infamia y con tu nombre, escudándose tras él, los que se llamaron tus héroes mataban sin miramientos; los que se llamaban representantes robaban el sudor de los demás.

No conformes con hacerte reina de la humanidad, te hicieron diosa, ante la cual se han postrado miserablemente todos los pueblos.

Pero hoy ya es diferente, se levantan legiones de harapientos, combatiendo tu nombre y luchan porque desaparezcas de entre los humanos, pues tu existencia sirve sólo para mantenerlos alejados e impedirlos de darse el abrazo fraternal de hermanos. Todos te combaten, todos desean tu pronta muerte, porque con ella aliviará en gran parte los dolores de la humanidad.

Donde existen explotadores, frailes y sinvergüenzas políticos, el pueblo es patriota e ignorante. El explotador, le habla de la patria como algo respetuoso a quien hay que mirar con veneración; el fraile hace otra parte, hablándole a nombre de un dios omnipotente y de una patria por quien hay que rendir la vida; que los que mueran por ella los recibirá ese dios en lugar especial hecho para albergar a los héroes. Y el político viene a concluir la tarea de idiotizar a la masa hablándole siempre de la patria y de sus derechos políticos, de las garantías que le confiere la constitución y de sus deberes, de todo, pero de todo, siendo la patria la que da todos esos derechos y garantías. Pero para quien hay que guardar respeto y amor, por ella hay que sacrificar vida y familia.

Y la patria, llenando siempre la infame misión para [la] que fue creada, sigue devorando en sus asquerosas fauces al pobre pueblo que pacientemente es la bestia de carga que soporta cuanta gabela quieren echarle sobre sus hombros.

Por la patria, hombres que nunca se han visto ni hablado se odian, como quien pretende que debían todos haber nacido en un mismo pedazo de terreno, cobijados bajo un mismo cielo y respirando un mismo aire, por ella se matan y se roban mutuamente quedándose conformes creyendo haber obrado perfectamente en armonía con los deberes de altruismo y fraternidad.

Hay que respetar sus leyes, hay que vivir según sus ordenanzas y pagar las imposiciones que origine su sostenimiento, y hacer sobrar aún para que tanto sinvergüenza robe y pueda vivir del sudor de los demás.

Que concluya tu vida, patria, hedionda meretriz; que la humanidad vea pronto el alborear de la fraternidad, que los hombres puedan levantar como única bandera la del trabajo y como única religión el saber y la razón.

Que esos recluidos en los cuarteles aprendiendo a matar, cambien el rifle y el cañón, por la herramienta que da honra al hombre y progreso a los pueblos.

Muere, sí, para que con tu muerte se acabe el odio en la tierra, para que no haya egoísmo, para que no haya esclavitud.

De todo el que muere quedan recuerdos, el que de ti quede será de asco y terror, tu misión en la tierra ha sido de infamia y vergüenza. La Nueva Humanidad cantando hosannas a la libertad y al amor, escupirá tu nombre por ser el que recuerde la esclavitud y el crimen.

Tomado de El hambriento. Nº 40. Lima, julio de 1908. pag.1.

 

Humanidad. Nº 14