El Nobel de literatura para Marito

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Todos casi al unísono están preocupados en dar homenajes y dar loas a Mario Vargas Llosa. Es más, destacan que es un intelectual comprometido, un libertario que a través de sus escritos se opone siempre a las dictaduras.

Eso es lo que más se difunde en la prensa del poder. La realidad nos exige decir las cosas tal como son y efectuar un categórico deslinde con este intelectual orgánico del Imperio y del capitalismo liberal.

Para dicho propósito no hay más que ir a las fuentes. Y las fuentes son precisamente su vida y obra. No hay más. Acá no se trata de lo que dicen en el Gramma del PC. Cubano, o don César Lévano para quien todo está patas arriba excepto sus dictadorzuelos favoritos: “Castro brothers” y Chávez (conocido también como el “MUSSOLINI Tropical” no según la CIA sino por el Literato marxista Carlos Fuentes).

Según recordamos Mario Vargas Llosa apoyó, en sus inicios, al castrismo y al velascato. Luego veía con buenos ojos el fascismo de Pinochet contra nuestros hermanos en Chile. Claro como allí estaban cómodamente instalados Milton Friedman y sus Chicago Boys.

Así las cosas, el popular Marito resultó ser un alcahuete de algunas dictaduras. Ahora dice oponerse al Castrismo y a Chávez. Lo cual parece estar bien si también estuviera opuesto a la dictadura del capital empezando por el Imperio Norteamericano que con la cacareada exportación de la democracia dio golpes de Estado y sobre todo matanzas en diferentes puntos del planeta. A este criminal accionar no fue ajeno Latinoamérica y el Perú en particular. El hecho que don Mario escribiese “La ciudad y los perros”, “Conversación en la Catedral, “La fiesta del Chivo” sólo refleja que se opone al autoritarismo de un colegio militar, aun dictador peruano y a un dictador centroamericano. Entonces la pregunta sigue siendo válida y vigente: ¿por qué no se opone a otras dictaduras?

A esta voluntaria amnesia selectiva de acuerdo a sus dogmas liberales tenemos que sumarle su intolerancia. Esto debe ser analizado de acuerdo a su propio credo ideológico y político, es decir desde la óptica liberal. Sabemos que hay un acuerdo entre muchos liberales de renombre, que consiste, según su sectaria opinión, en que ellos se basan en la tolerancia y los otros (léase conservadores, comunistas, nazis etc.) no, entonces cómo entender esta aseveración contenida en “La historia de Mayta”: "…los izquierdistas son sin excepción fanáticos, débiles, románticos incurables, escritorzuelos del partido, ideólogos estrechos, estúpidos u oportunistas". Podría decirse esto tan alegremente de intelectuales como los de la Escuela de Frankfurt, José Ingenieros, etc. Es más, no es un desliz, es una constante sino leamos el prólogo al libro de tres conspicuos liberticidas (entre los cuales se encuentra su hijo Alvarito). El libro lleva por título “Manual del perfecto idiota latinoamericano” y ¿quiénes son los idiotas? Claro, para variar, los izquierditas.

Esto, para nosotros ya es bastante intolerancia. Descalificar a otros por no compartir conceptos o metas vale tanto como lo que hizo el fundador y adalid del socialismo “científico” que al no poder debatir con argumentos coherentes con Bakunin, en el seno de la AIT, sólo se limitó a agredirlo verbalmente con expresiones como “inmensa bola de manteca, burro paneslavo, etc.” Ningún libertario se rebaja así, ni ante una autoridad ni ante un polemista.

 

Manuel Genaro Humala Urrutia

 

Humanidad. Nº 17