¿Quiénes son los verdaderos responsables del problema de la inseguridad?
Si creemos en las encuestas, el
problema de la inseguridad ha devenido la principal preocupación para los
peruanos y peruanas, antes que la cuestión de la desocupación, el hambre, la
pobreza extrema. Y es que si alguien sólo tiene un pan para llevarse a la
boca viene otro y se lo arranca de las manos, pues esa situación de pobreza
se agrava cuando uno sufre dicho acto delictivo. Por eso los políticos
avezados como el francés Sarkozy han dicho que son los pobres las víctimas
principales de la inseguridad, pero él lo ha dicho no para resolver la
cuestión sino para hacer pasar sus leyes liberticidas, que apuntan a excluir
no sólo a los delincuentes sino también a los rebeldes. Y lo mismo está
pasando aquí en el Perú.
Los anarquistas de todos los tiempos hemos sostenido que debemos atacar a
las causas de la inseguridad y no sólo a las consecuencias. Y las causas,
qué duda cabe, son de carácter social y económico, o sea, la explotación
despiadada de los trabajadores, la injusticia que éstos encuentran a cada
rato, la desocupación que nos relega a un estado de hambruna crónica o
aguda, la segregación por razones raciales, económicas, sociales,
culturales, nacionales, religiosas, etc., en fin de cuentas la aspiración al
bienestar material y espiritual que nunca llega, ni siquiera llegó en los
paraísos comunistas autoritarios donde el patrón privado fue sustituido por
el patrón estatal, y por eso en países como Cuba y China hay cada vez más
delincuencia y ésta se castiga hasta con la pena de muerte, aprovechando la
oportunidad para ejecutar también a los disidentes y opositores políticos.
Es decir, que la delincuencia y su correlato la inseguridad, tendrían de
repente un carácter de clase, porque los ricos no necesitan delinquir para
vivir a cuerpo de rey y, además, no sufren de la inseguridad tanto como los
pobres porque viven atrincherados y enrejados en barrios exclusivos como las
Casuarinas y pasan sus eternas vacaciones en balnearios como Asia y otros.
Además, los ricos no se desplazan en combis ni a pie, sino en lujosos
automóviles con choferes y guarda espaldas, y hay muchas gentes de la
llamada “clase media” que sólo circulan por la ciudad en taxis, aunque están
menos protegidos que los ricos (llamados aquí como de la “clase A o B”).
Los verdaderos responsables de la delincuencia y la inseguridad son, pues,
los aprovechadores del sistema capitalista y quienes velan por sus intereses
en calidad de clase política celadora de la burguesía desde la cima del
Estado. Mientras que la sociedad no cambie, mientras exista el régimen
jerárquico y autoritario en todas las instituciones y no sólo el Estado,
mientras los trabajadores obreros, campesinos, empleados, pequeños
comerciantes e industriales, artesanos y todos los que sufren a diario con
este congelamiento de salarios que no cesa, con esta inflación rampante que
encarece a diario los alimentos, o incluso con esta falta de ingresos que
nos empuja a pedir plata en las combis y las custer y nos hace caer poco a
poco en el delito, mientras no tomemos a cargo nuestra propia vida pero en
forma colectiva, porque individualmente nunca llegaremos a nada, la
inseguridad y la delincuencia nos seguirán golpeando de preferencia a los
pobres que no viven de un salario, de una pequeña comisión, de una mísera
jubilación, o que no tienen ninguna entrada y quizás viven de sus ahorros o
vendiendo una que otra baratija.
Los hombres y mujeres políticos, los actuales candidatos a las elecciones
regionales y municipales, incluidos los que se denominan de “centro
izquierda” o “izquierda” o “nacionalistas”, so pretexto de que la
inseguridad ya ha desbordado los límites de tolerancia, pretenden implicar a
todos los ciudadanos en la lucha contra la delincuencia, en primer lugar
quisieran implantar en las ciudades algo así como las “rondas” que existen
en el campo y que florecieron en época del conflicto interno entre
terroristas, que todos patrullemos en las calles y que, incluso, detengamos
en delito flagrante a los delincuentes, es decir convertirnos en delatores
gratuitos y exponernos a las represalias del crimen organizado. Como si
todos fuéramos policías o militares. Otros no vacilan en querer reinstaurar
la pena de muerte, olvidándose lo que decía un filósofo griego cuyo nombre
no recuerdo: “es preferible exculpar a mil culpables que ejecutar a un
inocente”. En resumidas cuentas, la clase política no sólo evade su propia
responsabilidad en el incremento de la delincuencia sino quiere utilizar a
sus reales víctimas, o sea las inmensas mayorías pobres del país, como carne
de cañón enfrentada a quienes no vacilan en matar por 20 soles, a la plaza
de la policía y los militares quienes liberan a los reales culpables y
“siembran” a los reales inocentes.
En resumen, queridos lectores de “Humanidad”, es el sistema capitalista
privado o de Estado, que, incapaz de resolver el problema de alimentar,
vestir y albergar a una población mundial en constante crecimiento, siembra
la miseria en un polo de la sociedad y concentra la riqueza en una ínfima
minoría que es la única beneficiada con el llamado crecimiento económico y
progreso de la ciencia y la tecnología, ese capitalismo privado o de Estado
es, en consecuencia, el único y principal responsable de esa inseguridad que
estamos viviendo en nuestro quehacer cotidiano y no tendrá una solución
radical sino cuando nos decidamos a acabar con la injusticia, la desigualdad
y la represión oleadas y sacramentadas por una clase política venal,
corrupta y criminógena.
Lima, 3 de septiembre del 2010.
Víctor Frejus
Humanidad. Nº 15